La Gaya Scienza

(Editorial publicada en la edición 74 del periódico impreso elnordestino.com)

“No desprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por sus reprensiones. Se disciplina a los que se ama, como corrige un padre a su hijo querido”. (Proverbios 3:11-12).

La experiencia consiste básicamente en no dejar pasar los fallos, porque es necesario repararlos
. Abarca el saber pedir perdón, recuperar el tiempo de trabajo perdido y restituir lo injustamente adquirido. Procurar sólo que los fallos no se repitan  es falta de honradez.

Vencer el respeto humano es no dejarse llevar por la masa, teniendo el valor de ser diferente. Reírse del juicio de los demás es no tener miedo a demostrar nuestras virtudes; porque depender de lo que digan los demás es también ser deshonrado.

Honradez y honestidad se usan como sinónimos y con idéntico significado. Honradez se refiere más a la integridad de la persona; honestidad define al hombre recto y probo, que por ser honesto, obra de forma honrada.

Debe exigirse todo a uno mismo, antes que exigirle algo a los demás. Las prisas por advertir y corregir a los otros se deben aplicar a corregirse uno primero, con el consecuente ahorro de palabras. Ser transigente con uno mismo deviene en ser deshonrado al ser exigente con los demás.

Un hombre honrado está más atento al bien común que al suyo propio, por eso se entrega a su familia.

Colabora sin interés (con cargo o sin cargo) en actividades que propinen un servicio a los demás. Más que criticar a su prójimo, aporta ideas y ofrece sus cualidades como persona.

Un hombre honrado de verdad no busca en lo que ofrece a los otros ni el honor ni la fama.

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