La Mirada del Absurdo

“No juzgue nada por su aspecto, sino por la evidencia. No hay mejor regla". (Charles John Huffam Dickens).

La inseguridad da paso a una vida basada en las apariencias
. El fenómeno no sólo se remite a las pertenencias materiales, sino que también se nota de forma clara en las relaciones humanas que se establecen con el entorno, donde el verdadero ser es ocultado por una personalidad maquillada.

Una de las explicaciones para entender esta actitud se debe a la imperiosa necesidad de ser aceptado, amado y sentir que uno es importante para los demás. Ante esta necesidad surgen máscaras o personajes que disimulan la verdadera personalidad de un individuo.

Desde niños descubrimos que no todo lo que uno dice o hace es aceptado por nuestros padres, hermanos, amigos. Es cuando comenzamos a desarrollar una serie de mecanismos de supervivencia para mantener esa respuesta amorosa y afectiva de nuestro entorno. Esa respuesta adaptable al medio en una etapa adulta se puede volver neurótica, porque la persona empieza a identificarse con esa imagen ficticia que ha construido de sí mismo.

La emoción se esconde. La persona comienza a actuar preocupada por tener esa aprobación de los demás y se olvida de sí misma. Este descuido implica que no hay un interés por identificar las propias necesidades, los objetivos de vida, las cosas o situaciones con que se disfruta, los intereses y capacidades que hacen que cada persona sea única e irrepetible.

La presión social existe, pero no todos respondemos aparentando lo que no somos.

El tema está en aprender y aceptar sanamente que puede haber un alto porcentaje que no apruebe lo que decimos o cómo vivimos. Y eso no significa que el valor de nuestra persona esté en juego.

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