La Ambición y sus Límites

"Y a que tengáis por vuestra ambición el llevar una vida tranquila, y os ocupéis en vuestros propios asuntos y trabajéis con vuestras manos, tal como os hemos mandado". (Tesalonicenses 4:11).

La persona que padece una ambición extrema no vive feliz ni conforme con nada, porque siempre quiere más.

Estudiar una carrera y recibirse, trabajar de lo estudiado, comprarse un auto, una casa, formar una familia, ir de vacaciones al lugar soñado, son algunas de las metas que muchas personas persiguen, pero a otras con sólo eso no les alcanza. Buscan poder económico, y una vez obtenido quieren y desean más.

La ambición es el deseo de conseguir unas metas concretas que el sujeto se propone; una vez logradas, son sustituidas por otras cada vez más importantes. Se dice que las personas ambiciosas llegan a más en la vida, logran sus objetivos con éxito, mientras que los que carecen de ambición se conforman con pocos logros y no suelen plantearse nuevas metas. Esto tiene una gran parte de verdad.

La codicia es el afán por desear más de lo que se tiene, la ambición por querer más de lo que se ha conseguido. De ahí que no importe lo que hagamos o lo que tengamos: la codicia nunca se detiene. Siempre quiere más. Es insaciable por naturaleza. Actúa como un veneno que nos corroe el corazón y nos ciega el entendimiento.

No dejemos de pensar el lado más oscuro de este vicio que logra transformar al ambicioso en avaro. Así es como se sella en la avaricia el matrimonio del ambicioso y la codicia que finalmente lo destruye en su propio fuego.

Comentarios

Entradas populares